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UMILDE

Umilde de Graciela Prieto Rey: la vindicación del abajo en clave de género con mirada femenina.

Antoine de Rivarol, periodista y escritor francés, aristócrata antirrevolucionario en el muy revolucionario final del siglo XVIII, gustaba provocar con sus aforismos. Así sostenía que "nada se dice en verso que no se pueda a menudo decir bien en nuestra prosa". Umilde de Graciela Prieto Rey, también periodista y escritora, constituye un rotundo mentís a aquella temeraria afirmación. Una primera lectura de esta obra amerita una sensación de estar ante una construcción poética y social profunda desde el género. La trama se juega en femenino: Encarnación, Umilde, la modista de novias, Lucrecia, cuatro generaciones que interactúan un ida y vuelta en la historia contextual de una ciudad, desde la sujeción, la injusticia, la rebeldía y el olvido.
La otra protagonista de la obra es también femenina: la ciudad de Santa Fe, presente taxativa y contextualmente. En las últimas décadas se fue construyendo un imaginario colectivo en torno a la pátina de tiempo de la ciudad de Garay. Al contrario de Rosario u otras ciudades nuevas donde al decir irónico del réprobo victoriano Oscar Wilde, "su juventud es su más antigua tradición", Santa Fe de la Veracruz tiene un valor agregado: pasado. Un pasado cimentado –como en cualquier parte del mundo– a partir de distorsiones, silencios e invenciones. Pero que nutre de identidad no meramente folklórica a la ciudad. Es un pasado que amerita ser leído también en clave social y se transforma entonces en la crónica de una larga injusticia perpetrada por las élites rectoras (el patriciado) sobre las clases subalternas. Este es un eje fundamental en el que pone énfasis y acento Graciela Prieto Rey. La lectura de Umilde evoca por confrontación entonces otra lectura, la de un magnífico cuento de Mateo Booz (ese paradojal rosarino que tuvo mucho que ver en la invención del imaginario de la ciudad capital de la provincia). Nos referimos a Los regalos de Fred Devores. Ambas narraciones comparten las mismas geografías y parcialmente el mismo tiempo. Y el protagonismo e hilo conductor del relato es excluyentemente femenino tanto en la prosa de Booz como en la poesía de Prieto Rey.
Lo opuesto se visualiza en clave social. Las mujeres de Los regalos… pertenecen a esa medrosa periferia de la élite santafesina, que desprovistas por fuerza de las circunstancias de los recursos económicos acordes a su ideal de figuración social, establecen estrategias de acomodamiento a partir de un tejido de relaciones que les permite vivir en las lábiles fronteras de la figuración y el desclasamiento, con una conciencia de pertenencia reforzada por la otredad. En efecto, las criaturas del cuento de Booz tienen claro quienes son los otros: "la siniestra cuadrilla de peones taninosos y semidesnudos que me miraban asomada a la ventana por donde salía la música del baile y el parloteo de los hombres civilizados y felices…" "las chinitas del servicio" ninguneadas como meros objetos, explotadas co-mo fuerza laboral y ultrajadas apenas alcanzada la pubertad como desahogo sexual por los varones de las casas patricias, ante el silencio cómplice, hipócrita y sumiso de las "patronas" y las "niñas".
Umilde narra desde la poesía en clave de género esa larga injusticia centenaria. Sus criaturas son el testimonio de un siglo en la historia de la ciudad de Santa Fe, que se oye con la voz de las sin voz. Uno intuye en el nacimiento de Encarnación no sólo el trueque de su vida por la de su madre, sino en el olvido del recuerdo de ésta, el momento ominoso de su gestación: la verga poderosa del patrón desgarrando sin permiso ni ternura las carnes de la sierva sin derecho a nada. Trágico destino que transforma por el poder y la prepotencia, al acto sexual de sublime en horrible, que Encarnación comprobará una y cien veces cuando
…Con el pelo lustrado a querosén
y la boca ancha de silencios
fue obsequio de hacendados
a la casa del gobernador…
Es el comienzo de una vida marcado por el sino de la ilegitimidad que se extenderá a los furtivos encuentros en las quintas de la ciudad para repetir en Umilde, su hija, su historia…
Acercó el pezón
a la boca ansiosa
Y le prendió la injuria en el pecho
Broche de piedra fina
legado para todas las mujeres de su sangre
Preanunciando en el acto de dar de mamar a su hija, el destino que tendrá Lucrecia, la nieta que algún día esta le dará, y que, ochenta y dos años después que ella naciera producto de la cópula prepotente de alguno de los patrones sobre su madre, sufrirá de otra forma el derecho de pernada cuando otro patrón prepotente, en este caso un general borracho, en unas islas que como quería Borges, fueron "demasiado famosas en un tiempo que no podemos explicar", le arranque la esperanza y el derecho al amor, y el derecho al recuerdo de ese amor
…Con el tiempo
olvidó su rostro
Con el tiempo
olvidó a quien buscaba…
El final de esta saga mujeril en un geriátrico constituido en suburbana antesala de la muerte sobre el engañoso sol de la avenida Zuviría, que anunció con eólica contundencia que
…el viento levantó tierra anunciando tormenta…
Constituye un estupendo recurso literario que la autora utiliza al hacer jugar ambas imágenes en una sensación convergente.
Ahora bien, todos estos elementos no deberían darnos necesariamente una obra de género. Después de todo muchos varones han narrado estupendamente vicisitudes femeninas. Basta el ejemplo de Mateo Booz. O los densos y trágicos personajes de La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca (que este fuera homosexual no le hace, su mirada siempre es masculina).
Lo que da una perspectiva de género ineluctable a Umilde es el lenguaje en que está escrito. Graciela Prieto Rey, ya dijimos, es no sólo escritora sino también periodista y por ende cautiva de un oficio que termina unificando andróginamente el discurso escrito de los hombres y mujeres de una redacción. Es en el ejercicio de la poesía donde encuentra una fuerza liberadora que se expresa sin dudas en un lenguaje femenino. Entendemos que ese lenguaje existe, pese a los evidentes problemas culturales y políticos para darle visibilidad. Citando a una escritora profunda, visceralmente femenina, Virginia Wolf: "Los hombres se escandalizan ahora si una mujer dice lo que siente. Sin embargo, la literatura que siempre está cerrando cortinas no es literatura. Todo lo que tenemos debe ser expresado."
Y vaya si cumple con ese cometido Umilde. Se constituye en un arma que abre cortinas que la pacatería y la hipocresía intenta mantener cerradas. Y estalla con la mirada profundamente femenina de la autora para quien, sus criaturas de ficción, esas mujeres que exponen a lo largo de un siglo sus desventuras y al hacerlo denuncian la sociedad patriarcal y excluyente en que están insertas, merecen la piedad de no ser juzgadas con ojos y lenguaje de varón. Entrar en sus vidas, contada desde la perspectiva de género por una poeta, es una forma de empezar a reparar una larga injusticia histórica al hermanar a narradora y víctimas, ubicándolas dentro del mismo gineceo vindicador.

Fernando Cesaretti

ISBN: 978-987-656-107-5

 

 

Umilde

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     

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