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Contraluces
de
Nolberto Malacalza, de San Nicolás (Bs. As.) |
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I
los ciervos de la noche maduran
de luna y monte
duermen las lenguas de los pájaros
como verdugos abolidos por el frío
canje de pedregal por sombra
metáfora obstinada en crecer
y crecer en esta
burbuja tensa de palabras
hasta que el poema
triza en esquirlas de agonía
entonces
las perras negras yacen y fecundan
para negar los oficios de la muerte
II
la vida quiere escabullirse en las palabras
como argonauta seducido por el oro
hay una delación sobre la fuga
mancha de oscuridad pegada al cuerpo nadie
es capaz de romper
los grilletes de su propia sombra
en algunos poemas el canje es
sombra por palabras
entonces
somos sílabas que viajan
por cauces de verbo iluminado
cómo encontrarte
en esos laberintos de la luz
sin un paño de sombra
donde enjugar mi lágrima de ocaso
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Círculos de fuego
de
Facundo David Ianni, de la Ciudad de Buenos Aires |
La luz viene en círculos de fuego
a disipar ciertas oscuridades geométricas
que me han doblegado entre mármol y marfil.
No hay clandestinidad ni hermetismo
que lapiden la virtuosa realidad de mi sueño;
Ya no caen sombrías las palabras;
mi silencio ya no es destierro ni agonía
Mi hiedra crece insalvable
libros y serpientes se han ido.
Me queda la impetuosa ignorancia del mar
quizá un río de sangre o una calavera de cobre,
sólo cenizas de relatos épicos,
sólo el olvido, la historia muerta.
No hay brillo ni oro en los ojos del infierno;
No hay alas para mí en los ojos de Dios;
Finitudes eternas, infinitos comienzos;
no termina de caer ésta o áquella
en realidad la misma hoja
Silencio.
Hay océanos fríos en los párpados heridos
no hay sentencias ni letras
hay huellas en el viento.
Como al principio
del agua y de la tierra
un nuevo cuerpo, un nuevo tiempo,
otro insensato, otro pobre, otro prodigio.
otros círculos de fuego.
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Deshabitada
de Marta Julia Ravizzi, de Turdera (Bs. As.) |
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Aun sola aún dispersa aún sin nada
sin la luz del recuerdo,
con olvidos imprecisos demorados.
Aún sin el hilo al que se adhiere,
por el que intenta trepar hasta las lágrimas.
Aún así guarda destellos.
Una pequeña luz,
un tajo en la memoria.
Vacía,
le faltan los olores de los días,
la música de palabras que no encuentra.
Falta, siempre falta. A pesar de.
Y se hamaca balancea su cuerpo
al compás del ritmo de sus manos.
-Manos/palma manos/hueco-
y se mira para reconocer su entorno.
Hay agujeros miles de nada,
humo difuso denso espeso,
no permite ni siquiera gemir.
Esa cabeza blanca ahora rescoldo solamente.
Lo que queda
-es tan poco-
no alcanza nunca alcanza.
Deshabitada.
Sola con ella misma,
nadie puede devolverle
esos duendes que la han abandonado,
uno a uno,
hasta dejarla
enteramente
sola.
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MENCIONES ESPECIALES POESÍA
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"El adiÓs"
DÍAZ, Susana Blanca, de Monte Grande (Buenos Aires)
"No me olvido del vuelo"
MAYOL, Anamaría, de S. M. de los Andes (Neuquén)
"Si tengo ganas de morirme"
OLIVA, Ángel Darío, de Villa Mercedes (San Luis)
"Agitar con furia los espejos"
PALACIO, Alfredo, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
"Soneto para escuchar su voz"
BRAVO, Juan José, de Junín (Buenos Aires)
"Lo pequeÑo"
SALICE, Susana, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
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